Ocurre que en la vejez, el hogar se vuelve central, ya que el entorno de trabajo deja de existir y la usual reducción de la movilidad restringe las actividades sociales comunes. Estas circunstancias han hecho que, a pesar de su apego a sus propias casas, muchas personas de edad avanzada, incluso gozando de buena salud, encuentren que sus viviendas ya no satisfacer sus necesidades vitales, y que prefieran vivir en comunidad, lo que implica la necesidad arquitectónica de centrar esfuerzos en este tipo de equipamientos comunales asistidos.
La integración de necesidades potencialmente dispares compartidas y de los diferentes grupos de usuarios; autónomos, dependientes, de mayor o menor estancia, así como visitantes y personal del centro, coexisten en el proyecto y son el desafío para el diseño del mismo.
El centro se ubica en un entorno semiurbano, dominado por unos enormes alcornoques y rodeado de residencias unifamiliares de baja densidad. Su escala y localización, lo hacen identificable como un edificio singular, una infraestructura urbana o equipamiento, que se inserta en el lugar y queda rodeado por la enorme masa arbolada.
La construcción modular y clara del edificio responde de manera eficaz a un entorno y unas necesidades constructivas y económicas con las que se tiene que involucrar. Se propone un edificio fácilmente construible con un espacio central común, un patio de enormes dimensiones, provisto de elementos textiles que permiten el fácil control térmico y solar en el mismo, un lugar abierto e iluminado, pero térmicamente muy controlado, que asegura un alto grado de confort para sus ocupantes.
Las cualidades esenciales del diseño de habitaciones de los residentes pasan por asegurar en todo momento las vistas hacia con el paisaje y la relación directa con el patio, buscando dar un sentido funcional a las mismas como parte de una enorme casa. Manteniendo la sensación de estar en un lugar doméstico de distribución sencilla y en comunidad.